»Hoy pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ti, de que te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre la bendición y la maldición. Elige, pues, la vida, para que vivan tú y tus descendientes.
El que va por buen camino teme al Señor; el que va por mal camino lo desprecia.
Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte.
»Y a este pueblo adviértele que así dice el Señor: "Pongo delante de ustedes el *camino de la vida y el camino de la muerte.
»Entren por la puerta estrecha. Porque es ancha la puerta y espacioso el camino que conduce a la destrucción, y muchos entran por ella. Pero estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida, y son pocos los que la encuentran.
Ustedes ya conocen el camino para ir adonde yo voy.
—Señor, no sabemos a dónde vas, así que ¿cómo podemos conocer el camino?
—Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí. Si ustedes realmente me conocieran, conocerían también a mi Padre. Y ya desde este momento lo conocen y lo han visto.
—Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados —les contestó Pedro—, y recibirán el don del Espíritu Santo. En efecto, la promesa es para ustedes, para sus hijos y para todos los extranjeros, es decir, para todos aquellos a quienes el Señor nuestro Dios quiera llamar.
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