sábado, 26 de janeiro de 2008

Palavras para pensar de Spurgeon


"El ministro de Cristo debe ejercer dos oficios para el pueblo a su cargo.

Debe hablarles por Dios, y hablar a Dios por ellos.

El pastor no ha cumplido todavía con toda su sagrada comisión cuando ha declarado todo el consejo de Dios.

Sólo ha completado una mitad.

La otra parte la debe desempeñar en secreto, cuando cargue en su pecho, como el sacerdote en tiempos antiguos lo hacía, las necesidades, los pecados, las pruebas y las súplicas de su pueblo delante de Dios.

El deber diario del pastor cristiano consiste por un lado en orar por su pueblo, y por otro en exhortar, instruir y consolar a ese pueblo.

Hay, sin embargo, estaciones especiales cuando el ministro de Cristo se ve constreñido a pronunciar un bendición inusual sobre su pueblo.

Cuando un año de tribulación se ha marchado y otro año de misericordia ha comenzado, se nos puede permitir expresar nuestras sinceras congratulaciones porque Dios nos ha preservado, y nuestras fervorosas súplicas para mil bendiciones sobre las cabezas de aquellos a quienes Dios ha encomendado bajo nuestro cuidado pastoral. "



"Sabemos que los hombres deben padecer. Creemos que los hombres nacen para ser agobiados por el dolor de la misma manera que la chispa vuela hacia arriba; y por eso en nuestra bendición incluimos el padecimiento. Es más, vamos más allá, creemos que nuestra tristeza nos ayudará a alcanzar la bendición que invocamos sobre nuestras cabezas.


"¿Y podrían imaginarse, cualquiera de ustedes, que Dios comenzara a esculpir un ser perfecto y que no lo terminara? ¿Piensan que la mano de la sabiduría divina bosquejaría al cristiano sin completar sus detalles? ¿Acaso Dios nos ha tomado de la cantera como una piedra sin labrar, y ha comenzado a esculpir en nosotros, y a mostrar Su arte divino, Su maravillosa sabiduría y gracia, para luego echarnos fuera? ¿Acaso fallará Dios? ¿Dejará, acaso, que Sus obras sean imperfectas? Lectores, señalen si pueden, algún mundo que Dios haya abandonado sin poder terminar. ¿Hay alguna partícula en Su creación en la que Dios haya comenzado a construir algo, pero que haya sido incapaz de concluirlo? ¿Acaso dejó incompleto a algún ángel? ¿Hay, acaso, una sola criatura de la que no se pueda decir: "¿Es muy buena?"Y ¿se dirá de la criatura formada dos veces: del elegido de Dios, del comprado con sangre, se dirá: "El Espíritu comenzó a obrar en el corazón de este hombre, pero el hombre fue más poderoso que el Espíritu, y el pecado venció a la gracia; Dios tuvo que huir y Satanás triunfó, y el hombre nunca fue perfeccionado?" "Oh, queridos hermanos míos, la oración será oída. Después que hayan padecido un poco de tiempo, Dios los perfeccionará, si Él ha comenzado la buena obra en ustedes. Pero, amados, debe ser después que hayan padecido un poco de tiempo. No podrán ser perfeccionados, excepto por el fuego. No hay otra forma de quitarles su escoria y sus impurezas sino por medio de las llamas del horno de la aflicción. Hijos de Dios, su insensatez está tan ligada a sus corazones, que nada sino la vara puede extirparla. Es a través de los moretones de sus heridas que su corazón es mejorado. Deben pasar por la tribulación, para que por medio del Espíritu, pueda funcionar como fuego refinador para ustedes; para que una vez purificados, santos, acrisolados, y lavados, comparezcan delante del rostro de Dios, exentos de toda imperfección, y libres de toda corrupción interna."


"Hay muchas personas cristianas que tienen una idea muy buena en sus cabezas, pero nunca la implementan, porque le preguntan al amigo cuál es su opinión. "No es gran cosa," responde. Por supuesto que no. ¿Quién ha tenido en alta opinión las ideas de otros? Y de inmediato, la persona que la concibió renuncia a ella, y la obra nunca se completa. Cuántos hombres en sus ministerios han comenzado a predicar el Evangelio, y han permitido que algún miembro de la iglesia, posiblemente algún diácono, le jale de la oreja llevándole un poco por esa dirección. Más tarde, algún otro hermano ha considerado conveniente jalarlo en dirección contraria. El hombre ha perdido su brío. Nunca se ha establecido en cuanto a lo que debe hacer; y ahora se convierte en un simple lacayo, esperando la opinión de cada quien, deseoso de adoptar lo que otros conciban que es lo correcto. Ahora, les ruego que estén establecidos en sus metas. Vean cuál es el nicho que Dios quiere que ocupen. Párense allí, y no se salgan a pesar de todas las burlas que les lluevan. Si creen que Dios les ha llamado a una obra, háganla. Si los hombres les ayudan, denles las gracias. Si no les ayudan, díganles que se aparten de su camino o serán atropellados. Que nada los intimide. Quien quiera servir a su Dios debe estar preparado algunas veces a servirle solo.

No siempre pelearemos en medio de las filas. Hay momentos en los que el David del Señor debe pelear con Goliat a solas, y debe tomar consigo tres piedras del riachuelo en medio de la risa de sus hermanos, y sin embargo con sus armas él está confiado en la victoria por la fe en Dios. No permitan que los saquen de la obra en la que Dios los ha puesto. No se cansen de obrar el bien, pues a su debido tiempo, cosecharán si no desmayan. Estén establecidos. "


"... No contamos con los hombres resistentes que saben que tienen la razón y lo sostienen. Aun cuando un hombre esté equivocado, uno verdaderamente admira su rectitud cuando se levanta creyendo que tiene la razón y se atreve a enfrentar las amenazas del mundo. Pero cuando un hombre tiene la razón, lo peor que le puede pasar es que sea inconstante, que vacile, que los hombres lo intimiden. Arroja eso lejos de ti, oh caballero de la santa cruz, y sé firme si quieres salir victorioso. El corazón desfalleciente no ha tomado por asalto ninguna ciudad todavía, y tú nunca vencerás ni serás coronado de honor, si tu corazón no se endurece frente a cada asalto y si no estás establecido en tu intención de honrar a tu Señor y de ganar la corona."


"Me atrevo a decir que ustedes creen que venir a Cristo es algo terrible: que necesitan estar preparados antes de que puedan venir; que Él será duro y riguroso con ustedes. Cuando los hombres tienen que ir donde el abogado, pueden temblar; cuando tienen que visitar al doctor, pueden sentir temor; aunque ambos tipos de profesionales no sean bienvenidos, a menudo son necesarios. Pero cuando vengan a Cristo, pueden venir con audacia. No tienen que pagar honorarios; no se necesita preparación. Pueden venir tal como son. Martín Lutero hizo un comentario lleno de valor cuando dijo: "yo correría a los brazos de Cristo, aun si tuviese una espada desenvainada en Su mano." Ahora, Él no tiene una espada desenvainada, sino que tiene Sus heridas en las manos. Corre a Sus brazos, pobre pecador. "Oh," tú preguntas: "¿puedo venir?" ¿Cómo puedes hacer esa pregunta? Se te ordena venir. El gran mandamiento del Evangelio es: "Cree en el Señor Jesucristo." Los que desobedecen este mandamiento, desobedecen a Dios. Es tan mandamiento de Dios que el hombre crea en Cristo, como lo es que debemos amar a nuestro prójimo. Ahora, como es un mandamiento, yo tengo ciertamente el derecho de obedecerlo. Ustedes pueden ver que no hay ninguna duda; un pecador tiene la libertad de creer en Cristo porque se le dice que lo haga. Dios no le habría dicho que hiciera algo que no deba hacer. Se te permite que creas. "Oh," dirá alguien, "eso es todo lo que necesito saber. Yo creo que Cristo puede salvar perpetuamente. ¿Puedo hacer descansar mi alma en Él, y decir ya sea que me hunda o nade: muy bendito Jesús, Tú eres mi Señor?" Dices: ¿puedo hacerlo?

¡Hombre, se te ordena que lo hagas! Oh, que puedas hacerlo. Recuerda, en esto no estás arriesgando nada. El riesgo está en no hacerlo. Arrójate en Cristo, pecador. Desecha cualquier otra dependencia y descansa únicamente en Él. "No," dirá alguien, "yo no estoy preparado." ¿Preparado, amigo? Entonces no me has entendido. No se necesita ninguna preparación; se trata de venir simplemente como eres. "Oh, no siento mi necesidad lo suficiente." Yo sé que no. Pero, ¿qué tiene que ver con esto? Se te ordena que te arrojes en Cristo. No importa qué tan negro o qué tan malo seas, confía en Él. El que cree en Cristo será salvo, aunque sus pecados sean demasiados; el que no cree será condenado, aunque sus pecados no sean tantos. El gran mandamiento del Evangelio es: "Cree." "Oh," dirá alguien, "¿debo decir que Cristo murió por mí?" Ah, yo no dije eso, tú lo sabrás pronto. Esa pregunta no tiene nada que ver contigo ahora, tu asunto es creer en Cristo y confiar en él; arrojarte en Sus brazos. Y que Dios el Espíritu te fuerce suavemente ahora para que lo hagas. Ahora, pecador, aparta tus manos de tu propia justicia. Abandona toda idea de volverte mejor por medio de tu propia fortaleza. Abandónate a la promesa. Di:
"Aunque no tengo ningún argumento,Excepto que Tu sangre fue derramada por mí,Y que me ordenas venir a Ti;¡Oh, Cordero de Dios! Yo vengo, yo vengo.

"No puedes confiar en Cristo para descubrir después que te ha engañado.Ahora, ¿me he expresado con claridad? Si hubiere aquí un grupo de personas endeudadas, y si yo dijera: "si ustedes me confían sus deudas, serán pagadas, y ningún acreedor los molestará en adelante," me entenderían directamente. ¿Cómo es que no pueden entender que confiar en Cristo eliminará todas sus deudas, quitará todos sus pecados, y serán salvos eternamente? Oh, Espíritu del Dios vivo, abre el entendimiento para recibirle, y el corazón para obedecerle, y que muchas almas se arrojen sobre Cristo. Sobre todos ellos, así como en todos los creyentes, yo pronuncio la bendición, con la cual los despediré:

"¡Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca!"


Partes de Un sermón predicado la mañana del Domingo 1 de Enero, 1860,
por Charles Haddon Spurgeon
En Exeter Hall, Strand, Londres.